martes, agosto 26, 2008

El Ancla de Oro




Se llamaba Ancla de Oro
el bar de don Claro García
aunque no muchas birras vendía
ese era su pequeño tesoro.

Se aburrió tanto el viejo
de ver pasar las noches lentas
y por hacer malas cuentas
se lo alquiló a un pendejo.

Lo envolvió bonito y con mucha labia
como buen hijo del Magistrado,
con la Municipalidad a su lado
se comió a Claro sin pena y con rabia.

Así fue la historia de una patente
con traspaso-chorizo
como un embrujo como un hechizo
así actúa cierta gente.

Casi soplaron veinte veranos
para recuperar la estafa ingrata,
les ha costado tanta plata
que vacías quedaron sus manos.

Hoy demandan por millones
con el famoso abogado Montero,
sus honorarios serán el dinero
que ocultará a muchos ladrones.

Quedaron solitos en la playa,
hoy más parece un tugurio
lo que parecía de buen augurio
ganarle al Gobierno la batalla.


Nadie sabe cómo ni hasta cuándo
pero el Ancla de Oro estará de fijo
con su ceviche, pescado frito y chifrijo
y su estirpe orgullosa la cara sacando.



Nota: Dicen que los nietos de Claro le piden 400 millones de colones a la Municipalidad... y ese pleito lo están ganando.