martes, septiembre 19, 2006

Aguanta, Géminis, aguanta.

La última vez que hablaron por radio les quedaban dos días más de labores, sólo dos lances, dos noches de mal dormir embarrados de tinta de calamar que se pesca en noches oscuras para carnada, dos días de pleno sol, parados desde el amanecer. Las provisiones escaseaban, sobre todo el hielo, su nevera no rendía para más de 15 días. Rodolfo es un capitán curtido en el norte, donde los vientos y las marejadas no dejan dudas de su valor, su experiencia en el mar ya lo había hecho superar un naufragio en la Lube, hace como siete años, esa vez se hundieron y fueron a parar a Nicaragua, vivos todos de milagro.
La Géminis está en alguna parte flotando, me dijo Come, yo la conozco como la palma de mi mano y sé lo que echa, estoy seguro que no se ha hundido, fueron catorce veranos que la anduve. Es mi lancha, ellos están en ella. Te creo Come y aunque no te creyera ruego que así sea. Una vez tu tata lo hizo hace cuarenta y tantos años, en la Angelita, apareció por Ecuador, aunque el mar lo volvió a reclamar siete lustros después como algo suyo, a tu tata el famoso Comenegro.
Fue extraño que faltando dos días nada más no hayan reportado algún incidente, una avería, cualquier cosa que hiciera alargar la conversación por radio: que el alternador tal vez, que una batería jodida, o que el arrancador estuviera patinando. Nada. Todo bien. Llegamos en dos días si Dios quiere. Rodolfo, José Manuel, Félix, Juan, pescadores, Come (Manuel Angel) el dueño en tierra. Son cinco hombres de mar, cinco familias que la Géminis alimenta. La pesca es ingrata, el mar es ingrato. La esperanza está intacta. Ellos y la Géminis volverán, estoy seguro.