domingo, julio 16, 2006

La Virgen del Mar




Este año el Día de la Virgen del Mar estuvo menos concurrido, es una lástima que desperdiciemos esta tradición y nunca la preparemos como se debe. Porque dejando un poco de lado la religiosidad, esta es una oportunidad fabulosa de anclar una verdadera tradición. En el Coco hay muchas embarcaciones que no participan (la mayoría, desgraciadamente), pero ya que todos se hacen rogar al menos la Cámara de Turismo y el comercio deberían tomar un poco de riesgo y fomentar la participación. Se me ocurre por ejemplo de darle a cada lancha, bote o panga una canasta con adornos (bombas, papeles, banderines, etc) y que las personas que paseen ese día el cobro sea enteramente para los dueños, por lo menos los primeros intentos para motivarlos. No importa que las ganancias no sean para la Iglesia (de por sí esta señora tiene mucha plata), pero valdría la pena el intento. Me pueden refutar que los adornos no es el tema porque el papel y las bombas son muy baratas, cierto. Pero creo que haría un efecto motivador y además al rato le queda algo para las birritas.
Anduvo circulando este día un papelito reseñando la odisea de Alfonso Barrera, para los que creen y los que no, o los que creen a medias, la transcribo tal como el mismo Poncho la publicó, aunque por supuesto esto es material para un libro o mínimo un episodio de Discovery Channel en ´Sobreviví´ :

La embarcación Branna Lee, al mando del capitán Alfonso Barrera Benedict, con los marineros Edgar Rodríguez, Carlos Galagarza, José Angel Gallo (qdDg) y Jaime Rodríguez.

A las cinco de la tarde del 29 de julio de 1993 zarpamos con la ilusión de una buena pesca para llevar el sustento de nuestros familiares, llevábamos rumbo de 240 grados suroeste, para pescar el calamar (que se utilizaría como carnada posteriormente), sin saber lo que nos esperaba más adelante. Todo iba muy bien, en el primer lance (jornada de pesca) sacamos 50 dorados, algo muy bueno para ser el primero. Notamos que el alternador no estaba trabajando al máximo, así que decidimos apagar el motor. Dí la orden a José Angel que montara guardia, pero que me hablara a las 7 de la noche para revisar todo, pero no lo hizo, en su lugar le habló a Carlos para el cambio de guardia, sin embargo a las 12:20 de la madrugada del 31 de julio le habló Carlos con un grito de horror: ´Poncho, nos hundimos, nos hundimos´, al tratar de arrancar el motor éste no respondió, ordené amarrar las boyas de la proa o de donde pudieran para tratar de flotar la lancha, y soltar la panguita (una canoa de 2,20 m x 1,40 m, donde incómodamente se pueden sentar dos personas) por si venía una emergencia peor, en la carrera se logró sacar el equipo de señales y sólo una señal reventó. Ya para las 5 de la mañana del 01 de agosto, el Branna Lee se dio la vuelta completa, la cabina bajo el agua y el casco hacia arriba. En ese momento quedaron al garete en la pequeña panguita, lo único y lo máximo que podíamos hacer en ese momento fue encomendarnos a Dios y a la Virgen.
A los 8 días de naufragar la sed era tremenda y decidimos probar la sangre de tortuga y su carne que logramos desgarrar con una maquinilla de afeitar desechable que Jaime había logrado sacar de su mochila. Para desgracia nuestra a ninguno nos gustó la carne y la sangre era repulsiva. Al noveno día a las 9 de la noche, luego de hacerle señas a un barco que no nos vió, a José Angel le dio un fuerte dolor de estómago del lado derecho, era un dolor tan fuerte que él mismo lo describía como ´el dolor de la muerte´, al día siguiente a las 4 de la tarde murió, cuando cumplió 24 horas elevamos oraciones al Señor para descanso de su alma y depositamos su cuerpo al mar.
A las 2 de la madrugada del 12 de agosto para nuestra salvación, llovió tan fuerte, era la primera vez que bebíamos agua hasta reventar, y para seguir con la bendición atrapamos un piquero (pato marino) lo pelamos y nos gustó mucho más que la tortuga, estuvimos comiendo piquero hasta el día 20. Este mismo día matamos otra tortuga pequeña que destazamos con un cortaúñas, y esta vez la sangre que no nos gustó antes, ahora sabía a agua y la carne parecía estar cocinada. Dimos tantas gracias a Dios y a la Virgen por hacernos disfrutar ese alimento, ya que era nuestra salvación. Nosotros todos los días orábamos un misterio del rosario al despertar y uno al dormirnos, pedíamos que nos rescatara un barco que fuera para México, pues esa era la ruta que llevábamos. Nunca perdimos la fe, más bien cada día era más grande, hasta soñábamos con nuestros seres queridos, siempre pedíamos que Dios les revelara que estábamos vivos.
El 23 de agosto me desperté a las 5 de la mañana haciendo mi oración personal, yo siempre pensaba que tanto tiempo andando en el mar viendo galones plásticos flotando o algo para almacenar agua y ahora no aparecía nada, y en ese momento Carlos me preguntó: Poncho, qué tiene?, estoy orando le contesté, él se agachó a orar. Cuando terminamos de orar me dijo: Poncho, mire un galón!! Lo fuimos a recoger, luego de tomarlo hicimos una oración de gracias a Dios y a la Virgen, y yo dije: Señor, ahora derrama el agua que Tú quieras!! El cielo estaba muy despejado con unas pocas nubes y vino el siguiente milagro media hora después: llovió hasta llenar la panguita, llenamos el galón para tener reserva. Y ahí el siguiente milagro, a los dos días, el 25 de agosto no lo van a creer, el agua que echamos en el galón era puro suero!!
El 4 de setiembre a las 5 de la mañana en la oración le pedimos a Dios y a la Virgen que ya estábamos aburridos de pedir, que por favor hoy sea ese día que nos rescataran, sino que sea en el día y la hora que Dios quiera. Y así fue, ese 4 de setiembre a las 12:30 pm nos rescatan los límites de México y Guatemala el barco Dorothy M, de bandera americana, su tripulación filipina y el capitán hindú, se llamaba Achiok. El domingo 6 de setiembre a las 11:45 am nos llevó hasta Cabo Blanco, Puntarenas, donde nos entregó a los guardacostas ticos.
La llegada a nuestro pueblo, Playas del Coco, después de un mes y 6 días fue muy bella, toda la comunidad se reunió en la Iglesia y allí llegamos en bus desde Puntarenas, éramos los milagros vivientes de la Virgen del Carmen, la Virgen del Mar.